martes, 22 de abril de 2014

belleza


Quizás escribir no sea más que abrir la espita de las palabras que dibujan los  sentimientos, y
dejar que sean la t,  o las uves,  las que rompan el silencio de la noche   como la  melodía que flota en el aire,
que susurra secretos del alma,
canciones del pasado,
caricias olvidadas.
Quizás cuando me acerque al precipicio de lo irracional  y haga juego malabares con las consonantes, habré llegado a la libertad. Y que  sean  entonces las farolas de la seguridad las que  se queden con todos los sujetos, con todos los verbos y  con algún que otro  complemento circunstancial.

La formalidad  pura y  marcada, siempre añorará  la  belleza  del resplandor:  la luz del ser que nos rompe en el escalofrío de la contemplación.


2 comentarios:

  1. Sin la escritura quedaría muy mermada nuestra capacidad de sentirnos parte del universo.
    Un abrazo.

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  2. Hola Nómada...Me da mucho gusto saberte por aquí. Tengo que abrir más la espita, pero lo urgente bloquea lo importante
    Un abrazo!

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