No me estoy volviendo cursi ni nada parecido. Por lo menos, no más que siempre, jjjj.
No había pensado escribir sobre Carlos, mi hermano con síndrome de Down, hasta que le he contestado a Reyes su comentario. Quizás no lo había pensado hacer por pudor. Pero qué gaitas de pudor...p
Así que cuando Reyes ha escrito en mi blog sobre lo imortante que es saberse "regalo" para los padres, he pensado: Lo fui yo para los míos, pero creo que tanto o más, lo fue mi hermano Carlitos. Porque le llamamos Carlitos hasta que hace cinco años se fue al cielo con 57 años.
Como mis padres no están aquí entre los vivos, para contarlo, escribo yo desde el hondón más profundo de mis quereres, de mis amores, de mis aposentos.Y en ese hondón de amor, de cariño y de apoyos de ser, siempre aparece él, mi hermano Carlos, mi Carlitos.
Mi Carlitos, sí, que sin apenas saber hablar con palabras-no tuvo los adelantos de la escuela de hoy- , lo hacía con una sonrisa siempre blanca y pura; y lo hacía -hablar- con caricias de sus manos para las mías, tan llenas de verdad como suaves; tan llenas de mimo : pitusa....
Manos agradecidas porque yo estaba allí, junto a él y porque le ayudaba cuando me necesitaba. Manos, ojos, gestos, dicha....Todo en él daba las gracias sin saber darlas con su boca.
Carlitos me llamaba Pitusa, me llamaba Larusa, me llamaba maicamencita.
Carlitos y yo cantábamos y bailábamos de pequeños y corríamos entre las olas de la playa salvaje de Sopelana. Cómo corría él entonces, y qué torpe los últimos años cuando apenas veía pero necesitaba sólo escuchar mi voz para levantar la mirada.
Carlitos regalo, Carlitos gozo, Carlitos bondad, Carlitos pureza.
No fue ingeniero de caminos. Fue el pozo de agua limpia donde todos íbamos a purificarnos.
Y Carlitos será mano tendida,
cuando desde el cielo me la ofrezca
para que Dios también me la dé.
Y así Dios y él, me auparán juntos
hasta el reino del AMOR.
Cómo te he querido, hermano!
P.D. También hubo sacrificio por parte de mis padres , sobre todo. Claro que hay situaciones especialmente duras. Pero lo cierto es que con el sacrificio iba el gozo. Y yo lo sigo sintiendo