Escuchar nuestras voces interiores nos va a dar una buena pista de quiénes somos. Pero tampoco hay que asustarse de lo que puntualmente sentimos. Sabido es que los sentimientos van y vienen, son caprichosos, a veces excelsos, y otras veces ruines. Nuestros hechos pueden ser impecables , aunque lo que nos pidan " las tripas" sea mucho menos impecable...
Otra cosa es que las voces interiores nos estén ocupando demasiado tiempo en afirmar juicios temerarios, en urdir planes maquiavélicos, o en vaya usté a saber qué maldades más... Entonces el retrato, seamos sinceros-as, no nos será muy favorecedor.
Otra cosa es que las voces interiores nos estén ocupando demasiado tiempo en afirmar juicios temerarios, en urdir planes maquiavélicos, o en vaya usté a saber qué maldades más... Entonces el retrato, seamos sinceros-as, no nos será muy favorecedor.
Escribo este pequeño post después de haber charlado agusto, vino tinto por medio, con una buena amiga.
- Carmen, siento lo peor dentro de mi, y me lo hace sentir (...) Y ha seguido y seguido enlazando sentimientos, que traducidos a palabras seguro que le han aliviado.
- Carmen, siento lo peor dentro de mi, y me lo hace sentir (...) Y ha seguido y seguido enlazando sentimientos, que traducidos a palabras seguro que le han aliviado.
--Pero si tú eres fantástica, le he dicho. No seas lo que no quieres ser . Que nada ni nadie secuestre tu ser bello. Es una lucha dura que se pierde en ocasiones, vaya que si lo sé, pero es una lucha que nos hace bien.
Y recordaba con ella mis lecturas de Paidea , y lo que los griegos entendían por educación: la capacidad ejercitada de no perder la nobleza interior. O lo que es lo mismo: la capacidad para responder con ánimo templado ante el agravio.
Aristocracia de la buena , y no de medio de pelo, eh!!
Ahí queda eso ...
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