ÁGORA: Es más lo que nos une que lo que nos separa

Me gusta el cine pero no sé hacer una crítica de cine. Sólo sé decir que mientras veía la película disfrutaba y me apasionaba. La protagonista, una filósofa, que a mi entender, era la única que estaba cerca de Dios sin ser cristiana. Una mujer que buscaba, que se preguntaba, que respetaba, que motivaba, que se rendía ante la verdad pero no la daba por conquistada. Una mujer libre para decir lo que pensaba. Y una mujer que amaba sin amor carnal, pero que sentía en su corazón un gran afecto por sus discípulos y también por su esclavo.

En Alejandría, en el siglo cuarto después de Cristo, en un mundo de hombres, en un mundo de contiendas, de políticos convertidos, de cristianos blandiendo espadas , de obispos con más soberbia que amor de Dios, ella, la mujer que muere sin venderse, sin airarse, sin ceder una pizca de sus convicciones, la mejor y la más grande: Es más lo que nos une que lo que nos separa. Y sin embargo, la matan por ser mujer, por pensar y por ser libre.

Una mujer que es amada por dos hombres : El prefecto, su apuesto discípulo pagano convertido al cristianismo y convertido al pragmatismo, que no cede a arrodillarse a la primera, pero sí a la segunda, y un esclavo que cuando se siente rechazado huye, se desorienta y pierde su centro. Un esclavo que representa la duda, el agnosticismo, el vaivén. Un esclavo que no supera su ser esclavo , despechado, pero que no deja de amar a esa mujer hasta un final, juntos, bellísimo, de vida y muerte.
Así he sentido la película. El resto, que lo digan los críticos.