Los cristianos, y el mundo entero , necesitan de una nueva evangelización. Y si tiene que ser NUEVA, debe de comenzar por evangelizar , de nuevo, la propia INSTITUCIÓN ECLESIAL.
Si Jesús, el Hijo de DIOS, hubiera querido una Iglesia con poder terrenal, con poder económico, con poder institucional, lo habria dejado dicho y preparado. Pero Jesús , el hijo de Dios, le dijo a Pedro: tú eres Pedro y sobre esta piedra edificarás mi Iglesia. Y Jesús no habla de ninguna sede y de ningún principado con púrpura. Lo que pide Jesús es sólo un gran edificio espiritual que nada ni nadie podrá derribar.
Y es que la primera piedra de la Iglesia de Jesús era únicamente el pétreo espíritu de Pedro, que con fe apasionada y diáfana echaría a andar por el ancho mundo para anunciar la "buena nueva", esa que nos anuncia que la vida tiene un único sentido: descubrir el Amor de Dios para vivirlo en libertad con nuestro prójimo. "Amaos los unos a los otros como Yo os he amado". No podemos separar el amor a Dios del amor al prójimo. Ese es nuestro destino. Y todos hemos experimentado momentos de amor, de generosidad y de entrega, que nos han hecho tocar el Cielo.
Le pido al Espíritu Santo que señale al nuevo sucesor con claridad. Que hable alto en el corazón de los cardenales. Y que el nuevo PAPA apueste por la renovación radical de todo lo terreno , caduco y corrompido que se ha filtrado por las grietas del Vaticano. No va a ser fácil. Pero sólo desde esa renovación interna, será posible hacer el apostolado de la nueva evangelización.
Que así sea!
(Y mi voto es para el cardenal brasileño)
ResponderEliminarSi el Evangelio se hiciera frealidad, el cielo estaría en la tierra.
FRANCISCO, como el de ASÍS. Co eso queda todo dicho: sencillo, austero, con sentido del humor y muy de jesucristo
ResponderEliminarBravoo Espíritu Santo!
Intuía que el Papa iba a ser latinoamericano
"Lo miró con misericordia y lo eligió"...
ResponderEliminarEstas palabras de Jesús a Mateo son las que ha elegido el Santo Padre como santo y seña de su pontificado.
los ojos de misericordia de Cristo son los ojos de quien acoge y sana con su amor. Si somos seguidores de Cristo , sus ojos son nuestros ojos. Y la misericordia nuestra entraña. Un corazón misericordioso contagia misericordia. Pero no es fácil mirar con los ojos de Jesús cuando nos hieren, cuando nos humillan, cuando nos engañan cuando somos tratados injustamente. Es entonces cuando sentimos aque la cruz la llevamos encarnada en lo más hondo de nuestro ser.
El miedo a la cruz nos atenaza, pero la mano de Cristo nos acaricia en el camino y nos dice que en la cruz está el gozo, la alegría y niuestra salvación. Y en ese camino de cruz misericordiosa no vamos solos. Los unos a los otros nos acompañamos anunciando al mundo que merece la pena seguir y seguirle. Juntos , como hermanos, cantando al amor de los amores...